martes, 11 de noviembre de 2014

Crónica de una españolita viviendo el #9N

Puede que algunos me llamen loca por haber hecho un viaje de ida y vuelta a Barcelona, desde León, por carretera, en tres días. Pero tengo un buen motivo, dada la oportunidad, para este viaje exprés. Cuando me ofrecieron ir a Barcelona unos días, con fecha de ida el 6 de noviembre, solo tuve que echar cuentas para contestar SÍ. Solo disponía de cuatro o cinco días, lo que me daba un margen de hasta el día 10. ¿Qué mejor plan de domingo que saber lo que pasa el #9N? Harta de la manipulación mediática de los hechos y de que una pésima gestión del gobierno nos haga cambiar de acerca constantemente, decidí ver lo que pasa en Cataluña con mis propios ojos, oír lo que la gente en verdad dice con mis propios oídos.

El domingo por la mañana me levanté con el sol, que en Barcelona, por cierto, sale una hora antes que en León, y antes de las 10 ya estaba en el metro, en dirección al centro del jaleo. En una mano el móvil, en la otra mi cuaderno, me planto en la plaza de Sant Jaume, a ver que se cuece.






TRANQUILIDAD. Se cuece tranquilidad. Se ve mucha seguridad alrededor del Palau de la Generalitat, pero nada de movimiento. Decidiendo que quizá sea pronto, cambio el cuaderno por un café venti del Starbucks y me voy a la plaza de la Catedral a disfrutar de la sardana un buen rato.

Cuando vuelvo a la Generalitat ya se respira más 'catalanismo'. Lo entrecomillo porque catalanes son, probablemente, el 99% de la gente que se aglomera en la plaza: su ideología va a parte, pero todos dan su opinión (con más o menos educación). Aparecen los oradores espontáneos anti-independentistas que expresan sus razones (siempre en catalán) para querer una Cataluña española, y los oyentes que le responden con razones para una Catalunya independiente. Todo con buenas maneras, un debate en toda regla, digno de aplausos.
El discurso de este chico fue realmente interesante.


Pero, por supuesto, también aparecen los españolistas...


... y los que, por supuesto, no podían faltar este día: los independentistas.




Estos dos últimos colectivos son los que no entienden de educación. Cualquier ideología es respetable siempre que no se radicalice. Y aquí está el problema de esta gente: gritos, insultos y faltas de respeto a los contrarios.

Al contrario de la impresión que nos ofrecen los periódicos nacionales, ni todo es tan blanco, ni todo es tan negro: en Cataluña, como en todas partes, sigue habiendo de todo. A pesar del porcentaje del 81% a favor del , hay que tener en cuenta que solo una tercera parte de los catalanes acudió a las urnas (y debido a la falta de control, algunos más de una vez...). Haciendo un poco de sondeo por mi cuenta en la calle, toda la gente que me dijo que no había ido a votar hubiera votado que no «si valiera de algo y no fuera de mentira». Algo de consulta si ha habido.


Finalizo el post con lo mejor que vi, sin ninguna duda, durante la mañana del #9N. El señor Mas propuso una consulta alternativa organizada por voluntarios, ¿no es así? «Tu (falta de) inteligencia decidirá nuestro futuro», rezaba el cartel de este espontáneo que se paseaba por la plaza con la urna colgada y su propia consulta «independiente inteligente». Este hombre permitía y animaba a votar a cualquier persona presente, también extranjeros. Cuando le pregunté si yo también podía, siendo española pero no catalana y con una firme opinión al respecto, me contestó: «no solo al pueblo catalán le afecta la independencia: en una consulta, todo el mundo debería poder dar su opinión. La independencia ya es otro tema... ya se verá».