martes, 2 de diciembre de 2014

De soleras y cansadas

Estamos solteras. Y somos felices. Porque no nos conformamos con lo primero que cazamos al vuelo.

Nos merecemos nuestro final feliz, con su príncipe azul y sus perdices. No nos importa que nuestra historia tenga unas cuantas páginas más. Nos lo merecemos. Tanto las románticas empedernidas que quieren un brazo por encima en el cine, una rosa junto al desayuno, o el último libro de Nicholas Sparks; como las antisociales amorosas que prefieren que les roben las palomitas, acompañen su desayuno con el periódico o el último premio Pulitzer. No estamos casadas, ni volveremos a estarlo hasta que tengamos muy claro que ÉL es el indicado. El que nos va a abrazar bajo la manta para darnos calor en una tarde de invierno y el que se va a reír de nosotras cuando tropecemos en la calle. El que no va a recordar lo guapas que estamos en pijama y sin maquillar ni peinar. El que nos va a regalar nuestro libro favorito, o una taza con coronas de princesa, el día menos pensado. El que va a saber saber lo que queremos, el que va a entendernos, apoyarnos y comprendernos. El que nunca va a darte la razón si no la tienes. El que va a saber si puede regalarte un viaje sorpresa a París en el último momento, o avisarte con una semana de antelación (para evitarte un ataque de ansiedad por falta de control) de un viaje sorpresa a Copenhague. El que va a saberlo todo de ti. El que va a contarte todo sobre él.

Todas las solteras exigentes somos también diferentes. Pero todas tenemos algo en común: tenemos tan claro lo que no queremos, que estamos muy seguras de lo que queremos. No nos importa tener que esperar por ello, porque las solteras soleras jamás seremos casadas cansadas.


Dedicado a mi amiga M. con todo el amor que guardo.